Hoy tocó trabajar en Santiago, con una persona a la que enseguida notas que tiene ese halo que los hace especiales. En este caso, un aventurero capaz de alcanzar el polo norte y el polo sur en el mismo año (de hecho, el único ser humano que lo ha hecho hasta el momento) y que sin embargo, vino sencillamente como un peregrino más hasta Santiago, a abrazar al apóstol. Que me hayan escogido para retratar esos momentos me hacen sentir como un rey, o sea, lleno de orgullo y satisfacción.
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