El guguflito

Cuando era niño había un chiste que circulaba por ahí que hablaba de una manifestación de guguflitos. Para el que no lo recuerde, era el típico chiste laaaaargo, muy laaaargo y poco a poco todos los guguflitos se iban muriendo espachurrados. Pues bien, el chiste no decía toda la verdad: hubo un guguflito que sobrevivió a las numerosas calamidades que fueron machacando a sus congéneres. ¿Cómo lo sé? pues porque en verano me encontré con él en una carretera de la Costa da Morte. Eso sí, 35 años después ya está bastante crecidito.

Dada su avanzada edad, se desplazaba con dificultad, pero no me cabe duda de que era él. Aquí lo vemos de cháchara con una parroquiana.

Hay quien dice que debajo de “eso“ que se desplazaba por la carretera había un tractor, pero no es verdad, era un guguflito, ¿a quién se le va a  ocurrir circular por ahí con semejante carga? Todo esto me recuerda que no estaría de más que alguien le explicase a los paisanos el significado de Seguridad e Higiene en el trabajo. Con los años, cuando entras en una explotación agraria,  adquieres una costumbre: tan pronto pones el pie dentro de una cuadra, te paras unas décima de segundo, tiempo suficiente para activar el radar de peligros inminentes: la horquilla apoyada en la pared con las puntas hacia arriba, la conducción del circuito de leche a la altura de tu frente en medio del pasillo, el sumidero del pozo de purín medio abierto, el gancho que sale de la pared a la altura de tus ojos estratégicamente oculto por una sombra, si es que todavía no entiendo cómo he sido capaz de llegar entero a los 45 años.