martes, 16 de diciembre de 2014

La victoria del Dépor y otras cosas

Ayer me llevé una gran alegría cuando el árbitro pitó el final del partido.

Una por la victoria en sí mismo y otra porque a ver si sirve para que los que anteponen sus intereses a los del Dépor se enteran de una puñetera vez que ellos no son el Dépor y que no son imprescindibles.

Y mientras no entiendan que el presidente y el entrenador que están ahora, les guste o no, son miembros de club y que no apoyarlos es socavar los cimientos del club, sobre todo en las circunstancias actuales, mejor que sigan sin asistir a los partidos.

Todos pensamos que nuestra opinión es la correcta, pero cuando un grupo pretende imponer su opinión fuera de las reglas del juego, lo único que consigue es cargarse el juego. Y estas reglas consisten en que para cambiar al presidente no tienen más que crear una candidatura y presentarse a las próximas elecciones.

Porque si los grupos afines a candidatos derrotados o que ni siquiera se presentaron a las elecciones se dedican a torpedear al presidente elegido por la mayoría, no hay proyecto en el mundo que sea capaz de salir adelante.

Y ya que estamos, también diré que es posible que muchos de los que iban en los autobuses a Madrid no supieran que iba a haber pelea, pero también sé que algunos sí lo sabían y son unos cobardes al no reconocerlo ahora, cobijándose bajo el paraguas de los que lo desconocían.

El hecho de que los del  Frente Atlético se saltaran las “reglas del juego” y acudiesen a la pelea con armas no exime de que ir a otra ciudad a pelearse bajo la bandera de un club, cuando las motivaciones son otras, mucho más políticas que deportivas, es propio de descerebrados.


Tienen derecho a pedir que se detenga a los asesinos de Jimmy.

Tienen razón en denunciar que desde la capital se ha tratado con doble rasero a los ultras de uno y otro equipo.

Estoy de acuerdo en que los medios de comunicación madrileños han tergiversado, mentido y falsificado noticias para igualar a unos y a otros cuando no es así.

Pero todo eso no justifica que desde los Riazor Blues, como grupo que sigue y apoya a un club de fútbol, se mire para otro lado cuando algunos de sus miembros se comportan de forma violenta. Y me gustaría que la gran mayoría de los que van al estadio bajo el paraguas de los RB y se dejan la garganta animando al Dépor, también tuviesen claro que entre ellos no deberían permitir que los cobardes que se aprovechan del anonimato que da el grupo para ejercer la violencia descerebrada y gratuita sigan entre ellos.

Es su responsabilidad excluir ellos mismos a los violentos. Ganarían el apoyo de toda la sociedad y estoy seguro de que muchos más se sentirían orgullosos de pertenecer a un grupo así, un verdadero espectáculo en las gradas cuando se dedican a apoyar al club.  

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